martes, 18 de agosto de 2015

Nuestro círculo de confusión


El dejo a ceniza nos alcanzó y nosotros, los mejores amigos de mentiras, nos hundimos en el cenicero. Cuando es de vida o muerte todavía nos vemos; pero a deshoras-y-porque-sí ya no es pretexto suficiente. Todavía quedan en el cajón los destilados y polvitos con marca de "Reserva", quien sabe si a tiempo nos inventemos algo o si nos ganará el vinagre. La prisa del lunes prendió el despertador del domingo y la sed del sábado se apagó con agua. Ahora que somos pólvora mojada las canciones son para el recuerdo. Ahorita-te-caigo cayó atrás de la cabecera empolvada, esa que alguna vez supimos aprovechar como tablero. De día, de corbata, de rodillas y de salida; ahora somos deésos. Y nosotros, hermanados en alka-seltzers, aventones y amaneceres, ahora vivimos como lo que fuimos por una vez en aquella fiesta: los extraños de siempre mirándose con la incertidumbre de si el otro es tan divertido como te han contado.

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