jueves, 5 de mayo de 2016

Un juguete bordado en la camisa de algodón


Tatuado, miope y alburero; así era mi vecino. Se veía lijado por más años de los que en verdad tenía. La apuesta de Naty, mi esposa, es que había sido fumador celoso en el pasado. Nos saludábamos siempre, aunque nos topábamos poco. Yo salía temprano y el regresaba pasadas las once. Mi vida, que desde niño he sentido aislada de la verdadera realidad que sucede diariamente en la ciudad, se tornaba ligeramente más especial, más en serio, cuando llegaba a cruzar unas palabras con el. Sospecho que yo, para ese bajito sujeto, no llegaba a ser ni adorno de un recuerdo. Estoy seguro que tenía camisas que le significaban más que toda mi persona. El era el pez y yo era agua.
A el lo pescaron y yo, de un calor cualquiera, me voy evaporando.

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