domingo, 26 de marzo de 2017

de día todavía y anoche en el coche


-Me encanta la lluvia, la amo. -Afirmó. Con ambas manos sostenía un paraguas blanco que puntuaba el caer de las gotas en nuestros oídos. Entonces fue que la odié. La aborrecí tanto que prometí terminar con ese paseo lo antes posible y no volver a verla nunca.
En la noche -alumbrada por destellos de farol que reviven en cada charco- me acordé de lo que eras: ese calor que le sobra al día, un bochorno azul después de un melódico atardecer naranja.

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