lunes, 8 de enero de 2018

No hay razón


Empezaron a dejar de morir en el 2031. Tal vez no el mejor número para algo tan icónico pero sin embargo así sucedió. El primer país en hacer la reforma fue Canadá. A los dos meses ya había nueve más en la lista. Rita, mi abuela, tenía veinticuatro años en aquel entonces. Para cuando la regularización llegó a México ella ya tenía treinta y dos. La forma en la que se implementó fue que primero se estandarizó el chip a los neonatos y los futuros partos. Meses después la vacuna a menores de edad se hizo obligatoria en escuelas públicas y el consejo de escuelas privadas urbanas lo aprobó el once de diciembre 2040. A partir de entonces la siguiente década se le dio prioridad a los que pagaban la vacuna para adultos y posteriormente el seguro social lo incluyó en el derecho de todo paciente que no contara con enfermedades terminales y/o genéticas. Rita no estaba enferma en aquel entonces; pero ahora sí.
El problema es que ella, bajo un estúpido pacto con mi difunto abuelo y sus compadres Salvador y Eugenia, jamás tomó la inyección. Ahora, a sus ochenta y un años, una pneumonia la tiene en el Hospital Central. El enfermero nos ha explicado que la vacuna se podría llegar a aplicar si los anticuerpos toman fuerza con la medicina. Todo es un acto de fé ya que la fórmula de la medicina fue extraída de una bitácora del archivo general. Data del 2033 la receta. Aún así ese no es el problema, Rita ha dicho que aún curándose no piensa en ponerse la cura. Podría ser producto de la edad, pero aún así sin una prueba médica de senilidad natural no hay recurso legal para que el HC aplique el método 63001-7761.
Todos hemos tenido nuestra oportunidad de hablar con ella en el dormitorio pero nadie ha logrado convencerla. Mi madre y mis tíos al final han optado por respetar su decisión. Sin embargo para mí, que nací inmmortal, resulta una absoluta estupidez elegir el fin a algo que no lo necesita.
Por eso volví a entrar, para pedirle una última vez que sea parte de la familia por siempre. Me ha hablado de sus recuerdos y cómo estos están anclados a sus pasiones y a los principios que le inculcó el movimiento del 2028. Hemos hablado por casi tres horas pero sinceramente a partir de los veinte minutos he ido perdiendo el interés. La última media hora la usé para organizar el viaje de fin de año con mis amigos del conservatorio.
Creo que la abuela morirá en menos de dos años. No tiene mucho sentido almacenar las fotos en la memoria si no se le puede anexar una ficha de contacto y una cédula en la agenda por la eternidad.

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