miércoles, 14 de febrero de 2018

desde aquí queda muy lejos


Querrá en este instante lo que jamás tendrá en este día. Tendrá lo que le sobra y ya no ocupa, ni por si las dudas. Perderá lo que nunca supo suyo, mucho menos mantener. Dirá lo que ningún espejo podría sustentar. Y por instantes lo suficientemente esbeltos como para caber entre las horas de la memoria, será pleno como siempre quiso y jamás pudo entender que era antes de quererlo. Sin relojes, ni carteras, ni almohadas de concurso; con las muelas sucias, el fiel nudo en la espalda baja y el polvo bajo la puerta que todo dormitorio estudiantil exporta a las grandes instituciones. Con prisa por el pasado. Sin verbos que lo frenen. Atado a un calendario que el sol incineró el día que los polos se terminaron. Goloso de culpa y con sonrisas como remos para no caer ahogado en la ansiosa angustia que nadie ha sabido darle la bienvenida.
Claro que tenía nombre, no seas estúpida, pinche estúpido. Nada más no lo te lo quiere decir porque la fama anónima, que no castra pero glorifica, es la que lo seduce a ser como es. Así es como juzga y ama no sólo en cantidades idénticas sino en momentos simultáneos. El miedo es esa alfombra de hielo, frágil y minúscula; pero capaz de hacer caer a todo aquel que, queriendo caminar, camina de más.

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