jueves, 13 de septiembre de 2012

Debajo

La distorsión de las líneas de luz que bailan con las franjas azul celeste hipnotizan a Roge. El niño, después de cada clavado, se mantiene unos segundos de más por debajo del agua para disfrutar del paisaje desfigurado. Su rostro, con esos goggles y capturado por el gorro de látex, se torna alienígena bajo el agua y él lo sabe.
Los alaridos de Germán, el entrenador acapulqueño, poco importan en la fantasía submarina del chiquillo.
Nadie sabe que en lo alto del deportivo alguien los observa. Un bigote ambarino expulsa una calada de humo aniquilando la peste a cloro. La ceniza cae a un lado de la chancleta, sisea al tocar un ínfimo charco. El sujeto espía a los jóvenes atletas. Uno tras otro, se lanzan en tirabuzones desde el trampolín; para después sacudirse el agua dando saltitos en el piso. El suspiro vehemente que profana la sombra esta demasiado lejos de los oídos de Roge; pero también suficientemente cerca.
Son estratos de la misma realidad que están por fundirse.
Donde la ignorancia ya no protege, la amenaza se afila.

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