miércoles, 26 de septiembre de 2012

Port elef o no

Todo empezó porque Sandra, la mejor amiga de mi esposa confesó haber comprado un vibrador. No sé cuantas copas de vino llevábamos o a qué temperatura estaba la conversación pero nadie se sonrojó si quiera. Es curioso como evitamos ciertas palabras hasta que se rompe la burbuja y después todos son entusiastas de repartir sus secretos.
Al final, hicimos una especie de sorteo donde cada quien anotó su fantasía sexual y la depositó en un jarrón. Cada pareja tomó un papelito y lo guardó sin leerlo. Sentía un novedoso cosquilleo cada que pensaba que alguno de ellos podría acabar realizando mi fantasía sexual esa misma noche. La cena no duró mucho después de la lotería.
Tania y yo salimos a casa entusiasmados tras semejante locura. La noche nos había puesto en un estado de delirio. La fantasía incluía un par de espejos y una cuerda. Hasta la repetimos (tres veces en una noche).
Y pensar que llevábamos año y medio sin dormir en la misma cama.

No hay comentarios: