lunes, 10 de septiembre de 2012

Miedo

Acompañé a Marisol a que fuera al baño detrás de unos matorrales. Fue ahí que escuché el rugido. El pánico se introdujo en segundos. La levanté del suelo pero después ya no supe qué hacer. Ella probablemente no había escuchado a la bestia porque me preguntaba "¿qué pasa Papi?" con una curiosidad demasiado saludable para la ocasión. Mi linterna temblaba en diferentes direcciones hasta que decidí apagarla, pensando que eso aumentaba nuestras oportunidades de sobrevivir. Cientos de propósitos apiñaban en mi mente y a la misma velocidad los descartaba. Frío. Inmóvil. Cayó el segundo gruñido, ligeramente menos amenazante. Yo continuaba petrificado cual árbol. Mi hija preguntó "¿Qué tienes Papi?" Con mucha honestidad y aún más vergüenza le respondí: "Miedo."
Escuché las pisadas ya a escasos metros. Prendí la linterna con una temblorina incontrolable. "¡Un perrito!" gritó Marisol. Mientras el can color miel le lame las botas a la niña yo me pregunto si ella se siente tan avergonzada de su padre como yo de mí.

No hay comentarios: