lunes, 30 de enero de 2017

Cata


En San Nicolás de los ranchos me quedé cansado y sin sueños. Pasó frente a mi una mula libre de olvido y olvidada de atenciones. Nos vimos y entendimos que ni haciéndonos compañía se nos quitaría lo solos. Hay veces que más vale hacer durar un mal día para que el mañana sea más corto; que la efímera alegría empalaga con prisa y floja como ella sola, siempre tarda en volver. Para eso se aguanta uno el frío y preserva sus infecciones, para que lo poco que no molesta, ni agrede u ofende, sea poco más que lo bueno; que exige añoranza, compañía y compasión.

Mi ilusión por dormir se ventaneaba enmarcada en el ardor de mis párpados necios. Sin darme la espalda, la mula se iba. Y por hoy sólo quiero que tu sueño perpetuo, sea bello y labrado, que te reúna con caras familiares y te despida de tus hermanas que me mantienen resuelto...

a no dormir sin merecerlo.
a no imaginar en trabajar menos.
a no vivir sin protegerlos.

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