
Recién llegado a este mundo, asumió que la muerte era la decisión más insignificante de todas, pues nada depende de ella. No hay consecuencias a morir. Así vivió un tiempo, enfocado a las decisiones que entendió importantes. Luego se fue perdiendo en el amor de las caras que de tanto repetirse en la cotidianidad se hicieron familiares. Finalmente, un día tomó esa decisión, la más importante de todas y la menos comprometedora.
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