lunes, 9 de enero de 2017

La tumba del toro


Tras la creciente brecha de desigualdad en el planeta, pertenecer a la clase media se hizo, más allá de una mera condición, un mérito. Fue la conquista de una isla entre dos despeñaderos donde los iguales se cazaban entre sí. A la derecha, en la cima del risco, los palacetes de oro; a la izquierda un mar de podredumbre donde los cadáveres fueron enterrados con otros cadáveres. Ni siquiera había suficiente para lograr las cenizas que permitieran una resurrección. En medio de aquel deprimente retrato, del grosor de un cabello, había un pasillo con gente de pantalón de mezclilla y camisas de colores primarios. Voltear hacia arriba era oxigenar el rencor. Hacerlo hacia abajo era incrementar el vacío. Se miraban todos a los ojos y sin perdonarse a ellos mismos, le regalaban al de enfrente lo que tuvieran de compasión.

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